El uso de ciertos alimentos para reducir el riesgo de adquirir o desarrollar enfermedades es conocido hace mucho tiempo. Hipócrates ya decía hace cerca de 2500 años: «Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina.»
El término “alimentos funcionales” fue usado por primera vez en Japón, a mediados de la década de los ochenta, y se refiere a los alimentos procesados que contienen ingredientes que ayudan en funciones específicas del cuerpo, además de ser nutritivos. Denominados como FOSHU, o Foods for Specified Health Use (Alimentos para uso específico en la salud), estos presentan un sello de aprobación del Ministerio de Salud y Bienestar del país oriental. Actualmente, esos productos están presentes en varios países, siguiendo las legislaciones específicas de cada uno de ellos.
En Chile, el progreso económico trajo consigo el sedentarismo y drásticos cambios en el consumo de alimentos, particularmente algunos componentes alimentario críticos como el sodio, las grasas saturadas y trans, los hidratos de carbono refinados, junto con un déficit de fibra dietética, antioxidantes naturales, ácidos grasos poliinsaturados omega 3. La sumatoria de estos cambios claramente favorece un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, algunos tipos de cáncer, diabetes, dislipidemias, hipertensión arterial, entre otros.
Frente a esta situación, la academia junto con la industria alimentaria y farmacéutica, han trabajado para promover una alimentación saludable, mediante el desarrollo de alimentos funcionales, los cuales al ser consumidos en forma regular pueden contribuir a la prevención y/o tratamiento de determinadas enfermedades.
Al respecto nuestro país, necesita con urgencia legislación y reglamentación eficiente que permita, junto con el desarrollo de alimentos funcionales, una óptima comercialización de estos productos y una educación de los consumidores respectos de sus beneficios para la salud. Por esa razón, presentamos a continuación información sobre la composición de los alimentos funcionales y en qué alimentos podemos encontrarlos.
Compuestos y alimentos en que están presentes
Los alimentos funcionales presentan en su composición compuestos bioactivos capaces de actuar como reguladores de los procesos metabólicos, disminuyendo el riesgo de enfermedades crónicas o transmisibles (diabetes, enfermedades cardiovasculares, mal de Alzheimer, mal de Parkinson, entre otras). A continuación se presentan algunos compuestos bioactivos (excepto probióticos, que son un suplemento alimenticio vivo) conocidos actualmente, sus beneficios para la salud y en que alimentos están presentes generalmente.
Betacaroteno
El betacaroteno es un pigmento carotenoide antioxidante que disminuye el riesgo de padecer cáncer y enfermedades cardiovasculares, y es una de las formas de obtener indirectamente la vitamina A.
Presente en zapallo, calabaza, zanahoria, mango, papaya tropical, damasco, espinaca y acelga.
Licopeno
El licopeno es una sustancia carotenoide antioxidante relacionada con la disminuición del riesgo de cáncer de próstata.
Presente en tomate, sandía, betarraga y pimentón.
Fibras
Las fibras son carbohidratos polisacáridos y están divididos en dos categorías: fibras solubles e insolubles. Las solubles contribuyen en la disminución del nivel de colesterol, previniendo enfermedades cardiovasculares, actúan combatiendo la obesidad, pues la saciedad lleva a la persona a tener una menor ingestión de alimentos, favoreciendo el retraso en la absorción de glucosa y además protegen contra el cáncer de intestino. Por su parte, las fibras insolubles tienen las siguientes funciones: acelerar la velocidad del tránsito fecal, aumentar el bolo fecal, estimular el buen funcionamiento intestinal, prevenir la constipación intestinal y el cáncer colorectal.
Presente en frutas, verduras y legumbres en general y cereales integrales – vale recordar que el consumo de fibras debe ser junto con un elevado consumo de agua para que así desempeñen las funciones deseadas.
Flavonoides
Los flavonoides son compuestos polifenólicos oxidantes (pigmentos) que disminuyen los riesgos de cáncer y de enfermedades cardiovasculares; actualmente ya han sido identificados mas de ocho mil flavonoides.
Presentes en jugo natural de uva, vino tinto, cereza, manzana, grosella y hortalizas.
Isoflavonas
Las isoflavonas son sustancias denominadas de fitoestrógenos por presentar semejanzas estructurales con el estrógeno. Están relacionadas con la disminución de los niveles de colesterol en la sangre y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Presentes en granos de soya, brotes de alfafa y semillas de linaza.
Ácidos Grasos: omega 3 / ácido alfa-linolénico y omega 6 / Ácido linoleico
Los ácidos grasos están relacionados con la reducción de daños vasculares, evitando la formación de coágulos (trombosis) y de depósitos de grasa (aterosclerosis); reduciendo el colesterol total y el LDL sanguíneo en la sustitución de los ácidos grasos saturados por poliinsaturados.
Presentes en pescados, frutos de mar y aceite de canola, semillas oleaginosas, aceite de maíz, de girasol y de soya.
Probióticos: bifidobacterias y lactobacilos
Los probióticos son un tipo de suplemento alimenticio microbiano vivo, que afecta de forma benéfica a su receptor. Estos favorecen las funciones gastrointestinales, reduciendo el riesgo de constipación y de cáncer de colon; ayudan en el equilibrio de la flora intestinal e inhiben el crecimento de microrganismos patógenos.
Presentes en yogures, leches fermentadas y otros productos lácteos fermentados.
Prebióticos: fructooligosacáridos e insulina
Los prebióticos son ingredientes alimenticios no digeribles que benefician al receptor porque estimulan selectivamente el crecimiento y /o la actividad de especies bacterianas en el colon. Son carbohidratos (fibras alimenticias) no digeribles por nuestro cuerpo, presentan los mismos beneficios para la salud que las fibras alimentarias; además de eso, poseen un efecto bifidogénico (estimula el crecimiento de las bifidobacterias – estas bacterias suprimen la actividad de otras bacterias que son putrefactivas, que pueden formar sustancias tóxicas). Presentes en vegetales como cebolla, ajo, tomate, plátano, cebada, raíz de achicoria, papa dulce, avena, trigo, miel y cerveza.
Nuevos hábitos y cuidados con falsas promesas
Hay muchas personas que están cambiando sus hábitos alimenticios y dejando la vida sedentaria. Practicar ejercicios y consumir alimentos que proporcionen no solo los nutrientes necesarios para las funciones biológicas básicas de nuestro cuerpo sino que también presenten una función específica en las funciones fisiológicas del organismo humano, promoviendo la salud y el bienestar.Todos estos son hábitos muy recomendables.
Frente a este escenario, la industria alimenticia ha estado invirtiendo en nuevas tecnologías de procesamiento y en nuevos productos, apuntando al desarrollo de alimentos mas saludables para atender a consumidores mas exigentes e informados. Entretanto, es necesario que la industria alimenticia esté comprometida a garantizar al consumidor final la seguridad de ese alimento y la veracidad de los efectos en la salud que presenta tal producto, al producir un alimento funcional.
Es común que hoy día observemos en las etiquetas de los productos información sobre adición de vitaminas y/o funcionalidades que presenta el producto. Sin embargo, esto no significa que esto conlleve un beneficio para la salud. El consumidor siempre debe estar alerta; a veces, la adición de un componente considerado beneficioso puede ser en cantidades muy pequeñas para realmente proporcionar beneficios, siendo necesaria la ingesta de una cantidad muy elevada para que el producto dé el beneficio deseado.
Otro contra, es la adición de antioxidantes naturales que ayudan en la conservación y el aumento de la vida útil en producto de conserva. Esto es gracias a las innovaciones tecnológicas para sustituir antioxidantes químicos, sin embargo, no siempre esos antioxidantes naturales presentarán funciones antioxidantes en el organismo humano.
Lo más recomendable para que sea posible la ingesta de compuestos bioactivos es mantener una alimentación variada, rica en frutas y verduras, cereales, derivados de la leche, productos integrales, consumo de pescados y aceite de oliva u otras fuentes de aceites poliinsaturados. Siempre dando preferencia a los alimentos frescos o que sean poco procesados.
Recuerde que siempre es recomendable consultar un nutricionista.
En CENIN contamos con ayuda personalizada para que cada paciente pueda obtener la mejor atención de acuerdo a sus requerimientos.
Fuente: eCycle y Revista Nutrición
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