1. Evita las “dietas milagrosas”

Las dietas milagro, generalmente muy restringidas en calorías, permiten una rápida pérdida de peso, pero si no se acompañan de entrenamiento adecuado que permita sostener la masa muscular en el cuerpo, éstas pueden producir un gran efecto rebote.

Pueden quitarnos nutrientes importantes ya que, al tener un muy bajo valor calórico, no alcanzan a ofrecer los nutrientes que nuestro cuerpo necesita para funcionar adecuadamente.

Según estudios al respecto, las dietas muy restrictivas y pobres en calorías, pueden elevar los niveles de estrés en el organismo medidos por la hormona llamada cortisol. Éste incremento en el nivel de estrés puede afectar nuestras defensas, nuestro estado de ánimo y nuestra estética, pero además, puede conducirnos a sentir mayor necesidad de comer alimentos dulces, con alto contenido graso y calórico, lo cual puede favorecer el aumento de peso fácilmente.

Por lo tanto, si tu objetivo es bajar de peso, aléjate de las dietas exprés y las dietas restrictivas. Es mejor optar por reducir las porciones, realizar actividad física, beber agua y descansar bien. De esta forma, no solo adelgazarás de una forma sana, sino que también mantendrás un buen estado anímico y emocional.

2. Intenta mantener la cadena de frío de los alimentos

La pérdida de la temperatura óptima de refrigeración o congelación de los alimentos perjudica su calidad, por lo tanto, mantener la cadena de frío resulta fundamental a la hora de garantizar la seguridad alimentaria. Es por este motivo que todos los eslabones implicados, desde productores hasta el consumidor final, deben poner especial atención en preservarla.

La ingesta de alimentos que han perdido la cadena de frío pueden ocasionar una intoxicación alimentaria, y producirán síntomas tales como dolores y cólicos abdominales, nauseas, vómitos, diarrea y fiebre. Los alimentos que implican mayores riesgos son las carnes, los pescados crudos o mal cocidos, los huevos crudos, los mariscos y los fiambres, además de los lácteos. Asimismo, es importante destacar que una vez que los alimentos son descongelados, no pueden volver a congelarse, ya que pueden presentar problemas de contaminación microbiológica.

3. ¡No olvides hidratarte!

Los días de altas temperaturas pueden transformarse en un riesgo grave para la salud, por eso es importante mantener una alimentación equilibrada y cubrir todas las exigencias nutricionales del organismo, no solamente con los alimentos sólidos, sino también con los líquidos. Ingiere agua, jugos y licuados naturales de frutas o verduras, al menos dos litros por día, y evita las bebidas azucaradas.

4. Presta especial atención a los ancianos y los niños

Los adultos mayores de 65 y a los niños menores de 5 años son más propensos a sufrir golpes de calor y deshidratación, por lo tanto, es importante que se mantengan en lugares frescos y ventilados, además de facilitarles el acceso a bebidas frescas.

5. Protégete del sol

Evita exponerte al sol en exceso y realizar actividad física entre las 11 de la mañana y las 5 de la tarde. Procura permanecer en ambientes frescos y, si es posible, climatizados. En el caso que debas salir, usa ropa ligera, holgada y de colores claros, y no olvides usar gorro, protección solar y anteojos oscuros.

Si presentas síntomas tales como piel enrojecida, caliente o seca, respiración y pulso débil, nauseas, confusión, temperatura corporal elevada, o conoces a alguien con estos síntomas, solicita ayuda médica de inmediato.